La ocasión fue organizada por la Sociedad de Ruleteros, fundada para promover las conexiones entre ambos clubes. Con el aumento del vandalismo en el fútbol inglés durante los años 70 y 80, los partidos entre los dos clubes provocaron algunos incidentes menores y mayores. Dos años después, Liverpool pasó por su propia polémica adquisición cuando el presidente David Moores vendió el club a los empresarios estadounidenses George Gillett y Tom Hicks.